Torreón, Coahuila.- No hay calificativo que alcance para describir lo ocurrido el domingo por la noche tras el duelo entre Santos Laguna y los Rayados de Monterrey. Sobra decir que es algo no debe ocurrir alrededor de ningún acto deportivo, que supera cualquier barbaridad y que se debe castigar con todo lo castigable a los responsables.

Hoy un niño llora la muerte de su madre, hoy el luto invadió al fútbol mexicano, hoy no hay nada en la cancha que pueda mitigar el dolor, la pelota se manchó de sangre y todo se detiene ante un hecho como este. Castigo a los responsables es lo mínimo que se puede pedir, pero eso no aliviana el dolor de las víctimas y sus familias, para ellos nada volverá a ser igual.

Las imágenes y las declaraciones de los testigos no deberían corresponderse con un acto deportivo, mucho menos con el fútbol mexicano, que ya se ha teñido las manos de sangre en anteriores ocasiones.

Hoy vuelve a surgir la pregunta: ¿hasta cuándo, señores? Tal parece que la historia es cíclica, que se repite una y otra vez con diferente cara, con diferentes actores, pero con los mismos resultados. Se han hecho propuestas y se han llevado acciones para evitar la violencia en los estadios, pero, ¿qué pasa cuando esta ocurre en los alrededores de ellos?

Los actos preventivos que se han implementado terminan por fracasar de alguna u otra manera y no es un tema endémico, ningún club tiene la exclusiva y, por el contrario, todos pueden ser víctimas o pueden verse involucrados directa o indirectamente.

De ahí que es momento de que la Liga y las autoridades en todos sus niveles de gobierno trabajen en conjunto, tal como ocurrió en Inglaterra en 1989 para erradicar el problema de los ´Hooligans´. Primero que nada, el Estado entendió que se trataba de un problema socio – cultural antes que futbolístico, realizó una investigación a fondo para cortar la violencia desde la raíz.

Como parte de sus más importantes medidas se crearon leyes y entraron en vigor algunas leyes para combatir el tema más de allá de una sanción económica o deportiva. Las medidas no se limitaron para los violentos, sino que involucraron a toda la sociedad, por ejemplo, si las autoridades capturaban en el transporte público a un ´Hooligan´, la sanción también era para la compañía de transporte mediante una fuerte multa.

Se crearon cuerpos de élite policiaca especializada en este tipo de situaciones para poder neutralizar y encarcelar a los delincuentes ¨deportivos¨. Así, lograron obtener 35 condenas perpetuas y se identificaron a más de cinco mil agresores en las tribunas y sus alrededores.

También por parte de los equipos se logró la especialización y se unificaron criterios de seguridad en los estadios, entre muchas otras cosas. Inglaterra ya puso el ejemplo, lo que quiere decir que es posible, pero ¿Nuestras autoridades y nuestra Liga estarán dispuestas a algo así?

Creo que ya no es tiempo de preguntarles, sino de exigirles, porque la pelota sí se mancha.  

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